Soy como el Dios que nunca reza.
Soy como el diablo que nunca llora.
Soy como el roble que aunque necesite del agua
jamás la implora
Poncho k (Cantante)
I
No escucharás mi silencio
aunque me arrastre.
No clamo compasión del prójimo,
dono mis auxilios a otras puertas.
Mis lágrimas acostumbran a oxidarse
en el útero de mi retina.
II
¿Dónde se esconde el día?
Una manta de arena cubre mayo
engullido por la noche.
Escalera de caracol
mi convencimiento, la duda;
el impulso, subir otro peldaño
desprendiéndome del instante débil.
sábado, 29 de septiembre de 2007
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7 comentarios:
Tienes razón, la compasión como empatía, ¡nunca como piedad! (algo que he aprendido leyendo a Kundera) no se suplica, sólo se entrega o nos es entregada. La mía la tienes.
Un silencioso aullido.
Rafa.
Rafa, tendré que leer a quien mencionas pues la verdad, nunca lo he hecho.
Pero por lo que me dices tiene que ser alguien inteligente, jejeje
Buena antítesis. un sonoro silencio.
Sandra
Sandra te felicito por tus poemas, son muy buenso.
Éste me encanta.
Un saludo.
venga va: una triste carcajada.
me encantó el poema, maestra.
Un beso.
Toro, encantada de contar con tu visita.
un saludo
Sandra
Claro María si no estuviera sola no estaría tan triste.
Un besazo
Sandra
No hay que clamar compasión nunca, aquellos que vienen por ese motivo es mejor tenerlos lejos.
Este es uno de esos poemas que me hacen pensar mucho y ganas de coger el tlf para preguntarte : ¿Que tal niña?
Sandra el día no se esconde, simplemente luce el sol o andan jugueteando con las nubes al escondite, pero siempre está.
Besazos
Ayyy Maribel, que razón tienes, con carita de pena y después te muestran la verdadera cara, a la larga digo.
PEro vuelvo a lo mismo, estoy bien , no te preocupes, que ya sabes que las batallas de la vida, te hacen más fuerte y esta la livié hace tiempo.
Besos
Sandra
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