viernes, 23 de octubre de 2015

DEBACLE DEL LENGUAJE


Francesca Woodman



Esa frase: el amor se acaba. Como si fuese un infinitivo contable.

Dime: no supimos cuidarnos, el egoísmo nos secuestró, no manejamos correctamente las palabras – porque las palabras hieren, tienen un filo cortante que rasgan por debajo de la piel – o dime; no aprendimos el significado de construir.

La destrucción o la guerra, esa que creemos que sólo usa bombas y sus refugiados buscan asilo político, sin darnos cuenta de la metralla que dispara el silencio y la indiferencia. Inconscientes conviviendo con un arsenal de mierda. Ignorantes de lo inocuo. Fe en nosotros mismos decíamos…

Dijimos paz,
hicimos guerra.
Dijimos tregua,
hicimos contraataque.

En la fuga de la nota discordante,
la trinchera
levantamos muros
con frases escritas al revés
y nunca comprendimos
el idioma de los zurdos.

Ahora el dolor rezuma, en la telilla del culo de la botella y la última gota de vino se reflejan en unas pupilas trémulas. Cuando ya nada o poco nos importa.

8 comentarios:

mailconraul dijo...

Nos importa que se acabe el vino, eso no lo dudes. Tenemos un Parlamento Europeo y una Comisión Europea que se dedican a no hacer nada o a mirar hacia otro lado.

P MPilaR dijo...

esa botella de cuello ancho
como las tragaderas imposibles
esa, en donde ya hace infinito se emponzoñó
la verdad vs mentira
la esperanza vs desesperación
la locura vs el disfraz de auroras

y no cabe sino dar pataletas para nada.
esto no hay quien lo remedie. Si lo hay, no se ve.
bss

guille dijo...

¿Que gran diferencia -a veces, no siempre- entre lo que se dice y lo que se acaba haciendo!

Ese uso superficial de las palabras, esas que soltamos sin enterarnos de lo que significan de verdad.
¿Para siempre? Si, si entiendes que esos para siempre que implican a otras personas puede ser de tres días de tres semanas, de tres años o de tres vidas.

Cuando ya nada importa, cuando la indiferencia toma su lugar es cuando realmente todo ha acabado y es irreversible.

Ahora toca ser consciente y no anclarse a lo que ya no es.

Me ha gustado leerte.

Julio Alcalá Neches dijo...

En nuestra soberbia nos preguntamos ¿cómo es posible que no vea YO la llegada del homo-sapiens-moralis?

Pero los signos son cada vez más evidentes.

Un abrazo.

Sandra Garrido dijo...

Tanto nos importa Raúl que mostramos indiferencia. Muestra que no deja de ser otra emoción la que enmascara la verdad.
A veces hay que aprender la comunicación corporal que no atendemos ciegos de ego. Lo aparente no es más que un disimulo de un corazón rebelde.

Sandra Garrido dijo...

Bueno bueno no creas todo lo que lees ni leas todo lo que digo. Porque cuando dije digo digo Diego y los que escribimos nos encanta dramatizar para sacar alguna reflexión a todos estos momentos que nos nublan.
Ya sabes que tras las nubes esta el sol.

Besos mi maña

Sandra Garrido dijo...

Eso es Pille
ni más ni menos que debemos medir lo que decimos pero somos humanos y las emociones nos nublan momentáneamente y no percibimos la realidad pero suele suceder cuando en esos momentos decimos.
Desde la negativa fracción de segundo la perspectiva puede ser nefastas

Gracias por tu comentario

Sandra Garrido dijo...

Julio
Porque así somos ni más ni menos y nos equivocamos mil
veces para aprender a desaprendernos

Homo sapiens moralis
animalis endiosadis
Ja
Un abrazo