Foto: Alin Ciortea
Me ardes inclemente.
Jugamos a ser pirómanos de los papales perdidos.
No violas más que el vino a la neurona
y te cebas en el almizcle y el almíbar.
Sin tiempo a la acción.
La reacción en duermevela se entrega al temblor entre tus
manos,
sin dejar que lave la suciedad adherida al ceño y la
costilla.
La tensión áspera como un membrillo;
en caída libre
se vierte en el reguero que me llueve.
Siguen tras los talones las herraduras oxidadas
pero la desesperación nos supera
y el ansia no sacia la embestida de los huracanes.
Somos dos mares furiosos.
Nos rugen las olas, y sus caracolas
susurran historias de tesoros escondidos.
7 comentarios:
puro arrebato pasional que entre dos se sucede!!!
es para atesorarlo y recordarlo cuando los años nos pesen y doblen
precioso, Sandra
besitos
Dos mares que unidos entran en la corriente del deseo y arden...
Pasional y apasionado.
Besos
...y yo, en mi apacible universo me quedo con los tres úktimos versos, que me encantan.
Besos, cielo.
Apáticos violadores de tesoros violentados, todavía en la neurona escondidos de apatía. Nos rugen las olas y el puerto nos escupe su neurótica mirada.
Debe ser hermoso escuchar esas historias que cuentan las caracolas. Serán poemas dignos de un gran vate.
Besos.
Es un sinvivir este poema tuyo,una batalla campal en mares procelosos.
Ilustrativo el comienzo: "Me ardes inclemente..." y definitivo el final.
Un placer siempre.
Abrazos.
Me gustó mucho este poema pasional, y me encantó el final, lleva implícito todo el poema en estos dos versos:
Nos rugen las olas, y sus caracolas
susurran historias de tesoros escondidos.
Besos y abrazos
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