Foto: Lilian Bassman
Tenemos una piel que combustiona
al contacto con el aire.
Tenemos una sangre rebelde que se suicida
en el aliento trémulo,
tras el gemido gutural y subyacente.
Ven, yace en la paz de las llamas que te ofrezco,
se ofrenda para estas manos
que caminan en el ansia de la carne.
Allí no hay conocimiento,
sólo experiencia,
sólo vértigo,
no hay ramaje ni enredadera,
sólo corteza…
una arena movediza que peina dunas,
un soplido que rueda sobre los poros,
y ceniza… tanta ceniza
y noche… tanta noche como hoguera.
Desvistamos esta mugre que nos cruje en los maizales.
8 comentarios:
Tórrida invitación, a quien corresponda.
Feliz semana.
*...y tanto tener, se perdió lo no esperado.
o hacía alarde de desempolvarse sofoquinas.
o aún había un plus, en mirando fijo***
besos
una invitación imposible de desestimar , de seguro el viajero encuentra en tu solaz mucho más que descanso pasajero
muakkkk
feliz semana Sandra
La combustión espontánea no es un milagro, es la consecuencia del deseo de ser ceniza.
Bss
Piel que combustiona... y sentimientos que hierven. Te felicito, Sandra. Con un abrazo.
Salud.
tremenda y libre, rasgas
Me ha parecido ver ocas civilizadas, cisnes y pájaros dulces, cerca de una mujer salvaje cuyo temple y desnudez consuman la bestialidad del arte. Pero la naturaleza... La naturaleza parece una vieja casona nobiliaria. El refinamiento de los muebles es seducido por las formas vivas, ornamento de piel y plumaje, mobiliario del alma.
Hay algo de "hoguera" en los crujidos!!!
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