martes, 19 de mayo de 2015

CARCOMA




Y nos creímos eternos sin a penas darnos cuenta que la vida es demasiado joven y tal vez nuestro reloj biológico se mide en estaciones y andenes. Y nos creímos con todas las verdades en los puños y tan solo era la panacea de ilusos e ignorantes sin el antídoto o el héroe que nos salve del final.                                      
Y creímos que todo dura y todo es largo y que el amor era el aloe para curar esas lágrimas que lastiman en gran medida el futuro. Y creímos que la fe en uno mismo haría más fácil el trayecto que nos convertía en invencibles.  Y creímos que la suma no restaba.  Que las restas o los que van desapareciendo seria un polvo de estrellas y no cenizas. 
Pobres necios hambrientos de ego.
Pobres al creernos y no sabernos mutilados. 

Ahora ya. A estas alturas de la carcoma.
De conciliar el sueño tras el pánico.
Del desarropo y el desahucio.
La fiebre ya nos avisa que cuando oscurece no hay verso que alivie ni paños fríos de mama.
Que enfermos de impotencia y rabia la realidad no la curan los barbitúricos
y las úlceras tardan demasiado en cicatrizar.

5 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Sí querida, nos creemos eternos y al final todos vamos a parar al mismo sitio, este es el eterno drama humano, lo demás son formas de entretenimiento más o menos nobles. Echando una miradita a los clásicos comprobamos que ya nos lo advirtieron:

“Fugit irreparabili tempus” (Huye irreparable, el tiempo), nos dijo el bueno de Virgilio en sus Geórgicas. Séneca añadió “Infinita est velocitas temporis, quae magis apparet respicientibus” (La velocidad del tiempo es infinita i nos damos cuenta cuando miramos atrás) ¡que barbaridad!, pasa volando.
Los días que desaprovechamos también cuentan.
La vida es breve en sí misma pero los males la alargan “Brevis ipsa vita, sed malis fit longior” decía Pubilio Sirus.

Cómo tú dices, creímos que todo duraba y que el amor era el aloe para curar las lágrimas que lastiman. Pero ya sabemos que las lágrimas dejan surcos en la piel y el amor produce dolor, entre este dolor y la belleza vamos sobreviviendo.
Te felicito por tu escrito, por tu reflexión.
Un abrazo
Francesc Cornadó

Sandra Garrido dijo...

Querido Francesc,

Lo más complicado de esta vida es enfrentarnos a la muerte, más cuando sabemos que esta no tardará en llegar, cuando la muerte es anunciada por una enfermedad. Cuando esto sucede de cerca, nada parece tener sentido. Todo esta escrito. Todo lo sabemos pero nunca queremos ser consciente de ello.

Leí un cuento en el que aparecía un pueblo donde llega un peregrino y se sorprendió al ver que en las tumbas los años de vida eran todos muy cortos, como si hubiese una maldición en aquel pueblo y murieran demasiado jóvenes, hasta que en el desenlace final le cuentan al peregrino que en ese pueblo los habitantes anotaban en un cuaderno los momentos felices que habían vivido y los años que tenían en sus lápidas eran la suma de esos años solamente.

Muchas gracias por tu comentario, donde me aportas y sumas años de vida.

Un abrazo

Joaquín Galán dijo...

Así ocurre siempre,en la juventud la vida no parece tener fin hasta que nos damos cuenta del error,casi siempre tarde y mal.No obstante siempre hay una razón al menos para seguir viviendo,sin importar la edad o el estado en que nos encontremos.

Abrazos Sandra

lunaroja dijo...

Ah, tremendo texto, con tanta intensidad, pura víscera,que va " in crescendo" hasta dejarnos con la última y definitiva reflexión acerca de las heridas que tardan tanto en cicatrizar.
Impecable!

Amapola Azzul dijo...

Bueno, no importa lo que tarden las úlceras en sanar mientras haya vida para curalas.
Un beso.