te mostraré el enorme lunar de mi alma.
Llévame al paraíso de tus ojos,
al equinoccio de tu sombra, de tus manos,
haz que tiemble esta carne cuarteada.
Cávame y el gemido atrápalo en tu boca
no dejes que me escape en el aliento,
en la legión de hormigas que recorren mi vientre.
Bébeme. Soy mujer océano,
escupe el salitre adherido a mi entraña
y en la simbiosis de los cuerpos
hallaremos la paz.
Ya en silencio, con las cicatrices exhaustas:
alcanza la aurora sobre mi lecho,
la escarcha entre los dedos,
la humedad guardada para amanecer a tu lado
y regálame tu mundo de despojos.
André Kertesz
10 comentarios:
Leerte transporta a otro lugar...
Encantada de seguirte en este nuevo sitio.
Un abrazo.
no. Ya no son despojos
es otra amanecida.
besos
Magnífico, apasionado, peligroso.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Bienvenida de nuevo mujer océano.
Que la marea llene de azul los despojos de tu vida...
Sandra, qué preciosa imagen la de las cicatrices exhaustas! me encanta como escribes.
Admirables despojos, Sandra. Un abrazo.
Salud.
Tus versos, chispas de emoción, en la oscuridad.
Elocuentes.
Dejaremos que se nos escape el gemido para que nos descubran los atardeceres, porque el beso nunca es ciego ni el amor sordo.
Al final, al límite de lo exhausto, los despojados son los que mejor se obsequian...
Como entrega, ofrenda, oración y súplica. Todo amor
Cariños
Agradezco el calor recibido y la bienvenida
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