Foto: Sandra Garrido
Un hogar desahuciado de fantasmas. Ya no hay vida que cueza a fuego lento la sopa del desencanto. Sí fragancia. El perfume a rancio del cartón anciano.
Fue el primer recuerdo; las moquetas infestadas de ácaros, las puertas con lunas en sus vidrieras. La cocina independiente y el fogón. El caldo con el desconchado gotelé. Toda una infancia esparcida por el suelo. Igual que la bolsa de leche que dejaban cada día junto a la puerta. Ya no está el descansillo. Sólo ladrillos rojos. Sólo tejados yertos.
14 comentarios:
Es un relato olfativo,te diría.. de sentidos que despiertan. Precioso!
Una metáfora del cuerpo que otea el fin.
Sabes Luna, los recuerdos más primitivos que tenemos, son los olores.
Hice un viaje en la memoria a la casa de mi infancia y la verdad que en mi memoria quedan pocos recuerdos. Poco más de lo que escribí. Gracias y un beso enorme
Ches, como me gusta ver la interpretación de cada uno, son tan diferentes. Ni yo misma hubiese visto tu visión. Gracias por estar siempre. Besos
hay algún rinconcito aún inexploirado: ahí debe sonreir sin ser visto el guardián de los sentidos!!!
todo secreto, todo arcano!!!!
besos
Cuando se vuelve a casa y está en ruinas, se revuelven heridos los recuerdos. Triste, muy triste.
Bss
De alguna manera persiste la casa, aunque se quede sin paredes, retumba su nombre... UN abrazo.
pero ahí está: toda una infancia derramada por el suelo...
Besosmil, Sandraniña.
Me has gustado tu entrada , besos.
Pilar, esos rincones son grandes cuevas que seguramente nos sorprenderían explorarlos.
un gran beso
Luis,
De momento el viaje ha sido sólo en la memoria, pero ahí es donde más derruida se encuentra.
un abrazo fuerte
Darío,
frágil y lejana, pero sigue ahí repicando.
besos
Soco,
Sólo podemos acunar a esa niña que emerge de vez en cuando.
Besos querida
gracias Amapola. Por acercarte.
besazo
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